Cómo mejorar la calidad del suelo

por Jack Grover
Tiempo de lectura: 15 min ¿Prefiere escuchar?

Tanto los jardineros como los agricultores y los pulgares verdes comprenden el valor de un suelo rico y fértil. Al fin y al cabo, un jardín próspero es el reflejo de unos cimientos bien nutridos.

Pero, ¿cómo se puede mejorar la calidad del suelo? Con tantos elementos a tener en cuenta -niveles de pH, contenido de nitrógeno, drenaje-, ¿existe un camino claro para garantizar que tus arriates produzcan plantas exuberantes y cosechas abundantes?

No temas, querido lector, porque estás en buenas manos.

En esta edición de la bondad verde, profundizamos en este tema y te presentamos formas prácticas de mejorar la calidad de tu suelo. Compartiremos valiosas técnicas respetuosas con la naturaleza y eficaces para dar a tu jardín ese empujón extra que necesita.

Pongámonos manos a la obra.

Paso 1: Conoce tu suelo

Antes de zambullirte de cabeza en el mundo de la mejora del suelo, es fundamental que des un paso atrás y conozcas íntimamente tu suelo. Esta investigación preliminar aumentará la eficacia de tus esfuerzos de jardinería.

¿Cómo te familiarizas exactamente con el suelo que tienes bajo los pies?

Empieza por recoger un puñado generoso de tierra y observar atentamente su textura. Es probable que pertenezca a una de estas tres categorías: arenoso, limoso o arcilloso.

Los suelosarenosos poseen una textura más gruesa que suele verse en las playas. Estos gránulos se resisten a aglomerarse y se desintegran fácilmente en la mano. Este mayor tamaño de las partículas permite una mayor circulación del aire y un drenaje eficaz del agua.

Con su estructura naturalmente frágil, el suelo arenoso suele tener dificultades para retener la humedad y los nutrientes esenciales, lo que plantea retos únicos para el cultivo de plantas.

En cambio, el suelolimoso se considera un medio ideal para el crecimiento de la vegetación. Equilibrada en su composición de materia orgánica y minerales, la tierra limosa presenta una buena capacidad de aireación y retención de la humedad.

Si pellizcas la tierra limosa entre los dedos, notarás su consistencia blanda pero firme, que se deshace al devolverla al suelo pero mantiene su forma con una ligera presión.

Si tu tierra se mantiene firme y se siente pegajosa en tus dedos, lo más probable es que esté compuesta predominantemente por partículas de arcilla .

Los suelos arcillosos son pesados, densos y de drenaje lento debido a la presencia de partículas minerales microscópicas que dan lugar a poros más pequeños. Aunque son ricos en nutrientes vitales para las plantas, estos suelos plantean problemas en cuanto a la distribución del agua, el flujo de oxígeno y la facilidad de desarrollo de las raíces.

Prueba el pH del suelo

Ahora que ya conoces la textura de tu suelo, es hora de profundizar y examinar su nivel de pH. Un pH bien equilibrado es crucial para mantener un jardín próspero, por lo que es fundamental asegurarse de tener cubierto este aspecto.

Por suerte, hay una forma fácil y barata de comprobar el pH del suelo en la comodidad de tu casa. Simplemente combina partes iguales de tu muestra de tierra con agua destilada en una taza y remuévela bien. A continuación, sumerge una tira reactiva de pH en la mezcla y espera a que se produzca la magia.

Una vez que la tira haya tenido tiempo suficiente para absorber el líquido -normalmente sólo unos instantes-, puedes utilizar la escala de pH que viene en el envase de la tira como guía interpretativa. Compara el color de tu tira reactiva con esta escala para determinar si tu suelo es ácido, alcalino o perfectamente neutro.

Aquí tienes una tabla que enumera los colores típicos y los valores de pH de la solución indicadora universal:

Rango de pHDescripciónColor
<3Muy ácidoRojo
3-4ÁcidoNaranja
5Ácido débilNaranja amarillento
6Ligeramente ácidoAmarillo
7NeutroVerde
8Ligeramente alcalinoAzul-verde
9Alcalino débilAzul
>10Fuertemente alcalinoVioleta

Paso 2: Que haya compost

Cuando se trata de enriquecer el suelo, nunca se insistirá lo suficiente en la importancia del compost. Más que una forma sencilla de añadir nutrientes vitales a los lechos de tu jardín, es también un método extraordinario de reciclar y reutilizar lo que de otro modo serían residuos biológicos.

Las hojas muertas, las cáscaras de fruta, los posos de café y los recortes de hierba pueden parecer destinados al cubo de la basura a primera vista; sin embargo, estos materiales son minas de oro para los microorganismos que mejoran el contenido de nutrientes de tu suelo.

Para crear una pila de compost hay que dominar el arte de superponer materiales verdes (ricos en nitrógeno) y marrones (ricos en carbono).

  • Los elementos verdes son restos de verduras, recortes de hierba fresca y posos de café.
  • Los elementos marrones son hojas secas, ramas pequeñas y cartón.

Conseguir un equilibrio entre estos dos tipos de materiales es vital para garantizar una rápida descomposición. Hacer un esfuerzo adicional para equilibrar los componentes verdes y marrones de tu mezcla te ayudará a evitar los malos olores y a garantizar que el compostaje se realice con eficacia.

Pero no basta con echar todos estos ingredientes juntos. Para transformar esta mezcla en auténtico oro negro, tendrás que voltear el compost periódicamente y rociarlo con agua para mantener un entorno ideal para que esos microorganismos mágicos hagan su trabajo.

Si le dedicas el tiempo suficiente, paciencia y cuidados atentos, tu compost saldrá totalmente transformado.

Paso 3: La magia del mantillo

El mantillo es otro método de mejorar la calidad de tu suelo. Cumple una doble función: evitar el crecimiento de malas hierbas y enriquecer el suelo con nutrientes muy necesarios.

Los mantillos orgánicos son una opción fantástica para nutrir tu suelo. Cuando se añaden a los lechos de tu jardín, materiales como la corteza triturada o la paja se descomponen constantemente con el tiempo. A medida que se degradan, estos mantillos liberan nutrientes esenciales en la tierra, creando un entorno enriquecido para que prosperen tus plantas.

Pero los beneficios de los mantillos orgánicos no acaban ahí. Extiéndelos alrededor de tus plantas y observa cómo tu sediento jardín retiene la humedad con más eficacia que antes.

La magia del mantillo va aún más allá al invitar a algunos bichos beneficiosos a instalarse en tu jardín. Las lombrices de tierra, por ejemplo, se instalarán con avidez en una zona bien acolchada.

Al excavar y consumir materia orgánica, estas simpáticas criaturas contribuyen a la estructura del suelo y a su contenido en nutrientes.

Paso 4: En caso de duda, rota

La rotación de cultivos puede parecer una técnica antigua, pero sus notables beneficios han resistido la prueba del tiempo. Este método ancestral ayuda al suelo a conservar sus cualidades nutritivas, proporcionando una base fértil para diversos cultivos.

Uno de los aspectos críticos de la rotación de cultivos es comprender cómo afectan las distintas plantas a la calidad del suelo de tu huerto.

Por ejemplo, se sabe que las leguminosas , como las judías o los guisantes, devuelven nitrógeno al suelo. Este elemento vital actúa como fertilizante natural, reponiendo nutrientes que otros cultivos pueden agotar durante su ciclo de crecimiento.

No se trata sólo de lo que plantes, sino de cómo dispongas y secuencies esas plantaciones, lo que en última instancia afecta a la productividad de tu huerto.

Para garantizar la máxima eficacia mediante la rotación de cultivos, empieza por planificar y organizar tu calendario de siembra. Empieza con legumbres fijadoras de nitrógeno, seguidas de plantas exigentes en nutrientes, como las de hoja verde, y luego pasa a las hortalizas de raíz, que requieren un suelo enriquecido para crecer sanas.

Rotando los cultivos de forma meditada, crearás un ecosistema de jardín que fomente la armonía entre las plantas, enriquezca el suelo y maximice las cosechas.

Paso 5: Mantén la calma y no excaves

La filosofía de la jardinería «sin excavar» es un planteamiento innovador que ha arrasado recientemente en el mundo de la horticultura. Su idea central es dejar que la Madre Naturaleza haga su magia sin intervención humana.

La gente se está dando cuenta de que labrar o cavar vigorosamente la tierra no siempre es necesario para conseguir un jardín floreciente y productivo. Al no intervenir, los jardineros dan a la naturaleza la oportunidad de regenerarse y autogestionarse.

Charles Dowding ha sido uno de los principales defensores de las prácticas sin excavación y de gestión orgánica del suelo.

https://youtu.be/laBXwOdbOlw

El enfoque sin excavación defendido por Dowding está diseñado para intensificar los recursos de la naturaleza en lugar de perturbar los valiosos ecosistemas. Al dejar la tierra intacta y permitir que se asiente de forma natural, este método estimula la proliferación de microorganismos beneficiosos al tiempo que mantiene sin esfuerzo la fertilidad general.

Paso 6: Elimina la compactación

La compactación del suelo es un enemigo tanto de las raíces de las plantas como de los simpáticos bichos que viven en tu jardín. Cuando las partículas del suelo se aprietan entre sí, interfieren en la absorción del agua, la circulación del aire y el crecimiento sano de las raíces.

Independientemente del tipo de suelo que tengas bajo los pies, a veces puedes determinar que ha llegado el momento de aflojarlo y devolverle la vida. Sigue estas estrategias sencillas pero eficaces para eliminar la compactación y mejorar la calidad del suelo:

  1. Deshazte de la maquinaria pesada: Pisa ligeramente los bancales de tu jardín para evitar que las partículas del suelo se presionen entre sí. Evita pisotear el jardín o utilizar maquinaria pesada para no crear caminos comprimidos que reduzcan la circulación del aire por el suelo.
  2. Familiarízate con la siembra directa: Remover la tierra año tras año puede resultar terapéutico, pero a veces contribuye a la compactación. La siembra directa implica una alteración mínima de la superficie del suelo, permitiendo que los procesos naturales hagan su magia bajo la superficie.
  3. Extiende la alfombra roja a las lombrices: Las lombrices son las mejores descomponedoras y aireadoras de la tierra: sus diminutos túneles actúan como microcanales para que el aire y el agua se muevan libremente por la tierra compactada. Anima a estas lombrices vitales proporcionándoles materia orgánica, como compost, mantillo o hojarasca.
  4. Rompe las capas duras: Si sospechas que hay una capa de tierra compactada bajo la superficie (capa dura), utiliza herramientas como una horca o un subsolador para romper estas barreras sin remover completamente el suelo.
  5. Aprovecha el poder de los cultivos de cobertura: Plantar cultivos de cobertura, como leguminosas o gramíneas, mejora la estructura del suelo gracias a sus extensos sistemas radiculares, que penetran profundamente en la tierra. Estas raíces ayudan a romper las capas compactadas, mejorando la infiltración de humedad y facilitando mejores condiciones para los hongos que absorben nutrientes.

Lo esencial

Mejorar la calidad del suelo es un arte que requiere paciencia y comprensión de los intrincados mecanismos de la naturaleza. Con el enfoque y las técnicas adecuadas, puedes proporcionar a tus plantas la mejor base posible para su crecimiento y su salud general.

Recuerda que el suelo no es sólo tierra: es un ecosistema vivo, que respira, repleto de microbios, insectos y materia orgánica, que trabajan juntos para crear el entorno perfecto para tu querida flora.

Presta atención al rico paisaje que hay bajo tus pies. Observa la estructura del suelo, su textura y sus habitantes naturales, pues estos elementos son cruciales para determinar su calidad.

Cuando lo hagas, tus preciosas plantas te lo agradecerán, llenándote de orgullo y asombro cada vez que las mires. ¡Feliz jardinería!

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